La Familia del
General Antonio Sánchez Gamboa
"Así
como ésta hay como centenares de anécdotas..."
El Gral. Antonio Sánchez Gamboa estudió la carrera de
las armas en el Colegio Militar en la ciudad de México. Fue
una persona muy fiel a sus superiores y por su arrojo y valentía,
sus grados fueron en campaña. Otros los ordenó el Sr.
Licenciado don Benito Juárez. Ambos hombres tenían los
mismos ideales: defender la bandera de México hasta el útimo
momento de sus vidas.
Mientras estaba de descanso en Ixcaquistla, estado de Puebla, se enamoró
de la señorita Juana Palacios, con quien más tarde contrajo
matrimonio. Tuvieron dos hijos, Antonio y Manuel. Después que
nació Manuel, el general murió en campaña. Su
viuda contrajo nupcias con un señor apellidado Castillo. Como
pretendió ponerles a sus hijos el apellido de su nuevo esposo,
Antonio, que es el hijo mayor, se puso furioso, pues heredó
el carácter agresivo y decidido de su difunto padre. Hizo su
maleta, le ensilló a un caballo, salió de la hacienda
y desapareció por años.
Su hermano menor Manuel aceptó el apellido Castillo, que no
le pertenecía, pero tuvo otros hermanos que sí fueron
Castillo. Siendo mayor fue enviado a la capital del estado donde estudiaban
los hijos de la gente pudiente en el mejor colegio. Era costumbre
que la gente de este nivel socioeconómico tuviera casa en la
ciudad, el pueblo y el casco de la hacienda. La dirección de
la casa en Puebla fue calle Horno del Vidrio, número 20.
Antonio regresó a la casa siendo capitán del ejército
mexicano y, lo mismo que su padre, sus grados fueron adquiridos en
combate por su arrojo y valentía. Sus mayores decían
que había nacido con el don de mando y cuando estaba en combate
tenía la costumbre de gritar a la tropa: "¡No se
me arruguen! ¡Vencer o morir! ¡Adelante, mis valientes!"
Siempre tenía el sable en la mano derecha y el rifle en la
izquierda. Se unió con don Porfirio Díaz para combatir
al ejército francés. De acuerdo con su general en jefe,
decidieron tomar Las Carboneras, desobedeciendo las órdenes
de Díaz. Cada uno tenía su regimiento. Discutían
la forma de atacar porque los dos regimientos carecían de parque;
sólo disponían de sables, machetes y bayonetas como
única defensa. En tales condiciones se desarrolló el
combate y constituyó la derrota más denigrante sobre
el ejército francés.
El Gral. Porfirio Díaz, siendo presidente de la República
de México, pudo observar que el Coronel Gamboa era muy temido
y afamado tanto en el medio militar como en el civil. Comandaba mucho,
siendo muy solicitado y seguido por la gente de los pueblos. Porfirio
Díaz jamás quiso darle el grado de general que le correspondía
por el recelo que sentía por él.
El hermano menor, Manuel, estudiaba en Puebla. Como su madre ya estaba
vieja y enferma y se encontraba imposibilitada para sus labores en
el campo, Manuel regresó a Ixcaquixtla donde se encontró
con doña Juliana Gil. Se enamoraron y casaron. Fue una boda
de mucho renombre en la región y procrearon siete hijos: Delfina,
Concepción, José Manuel, Antonio, Catalina, Julia y
Alfonso.
Antonio se casó con la señorita Concepción Marín;
el matrimonio no tuvo hijos. Cuando nació su sobrino José
Manuel, Antonio se sintió muy feliz y desde muy pequeño
lo enseñaba a montar a caballo. Siendo un poco mayor lo trasladaron
a Puebla y estudió en el mismo colegio donde estudió
su padre. Antes que José Manuel cumpliera los 18 años
de edad, murió su tío Antonio. Porfirio Díaz,
Presidente de México, ordenó traer a don Manuel Castillo
y le ofreció la diputación federal, la cual aceptó.
Como él era conocido por las relaciones de su hermano con el
Presidente, don Manuel Castillo ganó las elecciones de la diputación
federal. Una noche salió a comer con el diputado suplente,
regresó a su casa y falleció esa madrugada a pesar de
que gozaba de buena salud. Más tarde se supo que el diputado
suplente lo había envenenado para disfrutar la suplencia de
la diputación, pero este caso no se llegó a comprobar.
El joven José Manuel, al morir su padre, tuvo que regresar
a la hacienda para hacerse cargo de la familia. Cuando Porfirio Díaz
se enteró de todo esto, ordenó que se le diera al joven
José Manuel el cargo de Jefe Político de la región
de la Mixte, Ixcaquixtla y Tepexi. Concurrieron todos los caciques
y jefes de toda la región para felicitar a don José
Manuel Castillo por ser el descendiente directo del General Sánchez
Gamboa y Coronel Gamboa por tomar el mando de la región.
Desgraciadamente, estalló la revolución de 1910 y le
ordenaron a José Manuel reunir tropas y concentrarse en la
ciudad de Puebla. Enviaron emisarios a todos los pueblos donde les
decía que había necesidad de tomar las armas nuevamente
para defender "nuestros ideales". De la noche a la mañana
se encontraba con un regimiento en sus manos y se dirigió a
Puebla, donde le asignaron un mesón donde quedaron acuartelados.
Don José Manuel empezaba a ver qué partido tomar. Lo
llamaron de la Jefatura Militar para imponerle el grado de Mayor,
le equiparon a su tropa con caballos, armas y parque que se usaban
en ese tiempo y le ordenaron esperar órdenes para ver hacia
dónde lo mandaban. En tales circunstancias se enteraron los
generales Almazán y Aguilar, quienes pidieron hablar con él,
porque Porfirio Díaz había abandonado el poder, saliendo
en un barco para Francia. Los que quedaban en el poder eran traidores
a la patria.
El Mayor José Manuel Castillo Gil se reunió con sus
oficiales que ya tenían grados anteriormente. Habían
decidido reunirse en Tehuacán. A la una de la madrugada decidieron
salir de Puebla. Tomando sus caballos de las riendas y jalando con
la mano, caminaron lo más despacio posible para no ser detectados,
pues ya desde ese momento estaban en contra del nuevo gobierno. Revolucionó
durante diez años en los estados de Veracruz, Oaxaca y parcialmente
de Chiapas. Con mucho orgullo escribo estas líneas para recordar
lo que los viejos revolucionarios narraban. Su primer grado a Coronel
se lo dio el Gral. Aguilar en batalla. El Gral. Manuel Castillo Gil
fue muy querido por sus superiores, sus oficiales y soldados. Jamás
abandonó a sus heridos en la línea de fuego hasta que
los recogían. Ordenaba la retirada personalmente hasta el último
momento.
Su hermana Delfina se quedó al mando de la hacienda mientras
hubo operaciones militares. En la propia hacienda siempre hubo cría
de caballos, "un cuarto de milla" que ella mandaba a su
hermano, así como dinero para pagar la tropa. Hubo un caballo
que se llamó el Chivo que le salvó en tres ocasiones
y él lo recordó con mucho cariño. Sería
interminable continuar narrando las anécdotas de diez largos
años que duró la revolución. Habiendo sido herido
en el muslo, su asistente Francisco logró montarlo sobre su
caballo para trasladarlo. Cuando fue aprendido por un soldado contrario,
llegó un coronel contrario y el Gral. Castillo le dijo: "Me
rindo con Ud. que es coronel. Tome las riendas de mi caballo".
Cuando el coronel se inclinó a tomar las riendas, el Gral.
Castillo sacó rápidamente la pistola y disparó
contra el Coronel y su asistente; lograron huir. Así como ésta
hay como centenares de anécdotas.